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Mirada Argentina: Franco Chiaravalloti

Lunes 15 de agosto 2011

Esta sección esta dedicada  a, que los argentinos que viven en Londres, cuenten como se prepara la ciudad para recibir los próximos Juegos Olímpicos.
Franco Chiaravalloti es un joven de Buenos Aires que vive en esta ciudad británica y no sólo escribió las expectativas que hay por la cita olímpica sino la cruda realidad que vive el país luego de los sucesos de violencia y que, uno a la distancia, no lo percibe con exactitud.
A continuación leeran textualmente lo que Franco escribió para nuestro blog......

"Casi exactamente un año antes del comienzo del evento deportivo más importante del mundo, Londres, la imponente, la elegida, el centro del mundo para muchos, está en el punto de mira por otras razones. La preparación para los Juegos Olímpicos de 2012 sigue a toda marcha, la venta de tickets ha sido un éxito, los estadios están prácticamente acabados, en las calles se observan cada vez más anuncios promocionando el evento, el entusiasmo de la gente se palpita cada vez con más intensidad…


Pero, de pronto, una chispa se encendió y una bomba de tiempo explotó. La muerte del joven Mark Duggan a manos de un policía reveló que gran parte de la realidad británica de hoy queda oculta tras los grandes carteles que anuncian los juegos, tras los papelitos de la boda real, tras el dedo levantado del primer ministro David Cameron. La contradictoria capital británica ha mostrado al mundo la rabia existente entre ciertos sectores de la población, el de los hijos y nietos de inmigrantes estigmatizados por su color de piel, el de los propios ciudadanos británicos afectados por los salvajes recortes, el de una sociedad multicultural –la más multicultural del mundo, sin dudas– que manifiesta sus fisuras.

Londres es una ciudad de guetos. El sur es la zona selecta, Winbledon, Chelsea, o Kengsinton, surcadas de limousines o Jaguars, los cuales suelen pertenecer a potentados de Medio Oriente que se han asentado allí. El oeste es, por lo general, el de la clase media o media alta, Ealing, Richmond, Hammersmith, aunque los grupos de habitantes provenientes de Europa del Este tienen gran presencia.

Mientras tanto, el Noreste y el Este son las zonas más olvidadas de la metrópoli. Allí las calles no lucen con flores, la criminalidad es alta, y conseguir transporte por la noche se convierte en una tarea milagrosa. Ha sido, en esta parte de la ciudad donde la chispa brotó. Si bien ciudadanos de origen africano, caribeño, pakistaní, somalí, iraní o polaco conviven uno junto al otro, en realidad están más separados de lo que parece: compran en sus supermercados, consumen productos de su país, rezan en sus iglesias, visten sus ropas, van a sus propios centros sociales, se reúnen en sus lugares particulares… El concepto de multiculturalidad, esa política británica característica de mitad del siglo pasado en adelante es, en realidad, aparente. Un collage desigual, incómodo, que fue el más afectado por los recortes del actual gobierno, lo que aumentó la desocupación, la brecha entre ricos y pobres, y perjudicó el acceso gratuito a la salud y a la educación. Con estos ingredientes, se comprende aún más por qué la chispa brotó en esta parte de la ciudad.

Y parece una ironía que las Olimpiadas del próximo año se desarrollen, precisamente, en esta zona, en el Este. El barrio de Stratford será el punto de atención mundial dentro de unos 350 días, ya que allí se llevarán a cabo los eventos más importantes: atletismo, basquet, natación o voley, amén de las ceremonias de apertura y clausura. Muchos londinenses apoyan este emplazamiento ya que, según su opinión, hará reflotar esta parte olvidada de la ciudad. Otros, no obstante, sostienen que haber elegido una zona descampada para erigir tantos estadios favorecerá la especulación inmobiliaria. De hecho, el precio del metro cuadrado creció escandalosamente, y se calcula que el alquiler de pisos o habitaciones triplicará su precio al momento del comienzo de los Juegos.

Todos estos motivos no hacen más que incrementar las contradicciones de esta zona de la ciudad. Los ejemplos pueden contarse a montones: mientras que Stratford se engalana para el gran evento, a pocos metros de allí, barrios como Maryland, Leyton o Plaistow son áreas inseguras, poco iluminadas y con un deficiente servicio de limpieza; los Job Centres (centros de empleo) de la zona ofrecen trabajo exclusivamente para el nuevo centro comercial que se abrirá junto al estadio olímpico, aunque sólo dispone de seiscientos puestos para más de seis mil demandantes; el transporte público está siendo reestructurado para satisfacer la enorme cantidad de viajeros el año próximo, pero viajar hacia el centro en autobús –el transporte que más utilizan las clases trabajadoras– implica tomar al menos dos buses, en un viaje de aproximadamente una hora y media…

A pesar de estos claroscuros, los londinenses comienzan a sentir con cada vez más expectación unos Juegos Olímpicos que dicen merecer desde hace tiempo. Londres se convertirá en la única ciudad del mundo que ha alojado los juegos tres veces (las dos ediciones anteriores fueron en 1908 y en 1948) y los matutinos e informativos ensalzan a diario la preparación de sus deportistas, que intentarán llevar a su país a los primeros puestos del medallero. En una ciudad con una agenda tan poblada, con tantos hechos que ocurren a diario, los juegos se ven algo lejanos aún. Sin embargo, el enorme cronómetro que cuenta los días que faltan para el inicio, erigido la célebre Trafalgar Square, nos recuerda que el espíritu olímpico tendrá que empezar a respirarse tarde o temprano, a pesar de los desbordes sociales, de las bodas reales o los recortes presupuestarios"

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