Hace un año, cuando dejó el judo por un tiempo, Miguel Albarracín lucía cansado. La imagen actual contrasta. Se lo nota con ganas y, aunque la idea del retiro se le cruza en ocasiones por la cabeza, se plantea llegar a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y hasta a los próximos de Río de Janeiro 2016.

Intenta dar explicaciones sobre su alejamiento, habla del estrés del momento. “Me cansé de tantos viajes al exterior y de las exigencias del entrenador del seleccionado nacional, Fernando Yuma, que me llevó a un ritmo de entrenamiento durante las giras que no era el adecuado para mí”, dice.

“También dejé por la presión que me imponía por obtener resultados. Pero en este tiempo seguí entrenando mi físico y hace un mes retomé el judo”, agrega.

Miguel, quien estuvo presente en los Juegos Olímpico en Atenas 2004 y Beijing 2008 habla de cuanto le costó a retomar el ritmo que exige ser un deportista de elite. “Los primeros entrenamientos fueron para sufrir, hasta llegué a vomitar del cansancio. Sé que si quiero volver al alto rendimiento no queda otra que pasar por esto”, comenta.

Asegura que “el retiro pasó y pasa” por su cabeza, pero que las ganas de competir en los Juegos Olímpicos es más fuerte. “Quiero llegar a Londres 2012, pero mi objetivo no se detiene ahí. Lo hablé con mi entrenador Gastón García y deseo estar en Río 2016”, sostiene.